- La mesa no está presentada, la anfitriona viene de la cocina con un mantel y en ese momento, delante nuestro empieza a colocar los platos...
- La comida no está lista, a nuestra llegada los dueños de casa todavía están cocinando, por lo que tenemos que esperar...
- La dueña de casa está terminándose de arreglar...
- Llegamos y nos preguntan: ¿Qué les parece que comamos?
- Vamos al toilette, no hay toalla, no hay rollo y el jabón está todo chorreado...
- No tenemos donde poner los abrigos...
- etc., etc, etc...
Todas estas situaciones y muchas más las podemos sortear con un poco de organización y buen gusto.
Prepara el menú, poner la mesa, dejar toda la vajilla lista, crear un ambiente acogedor es muy simple.
Nuestros invitados deben sentirse alagados, deben disfrutar del encuentro y tener ganas de volver a nuestra casa. Nadie quiere regresar a una casa que es simplemente un caos.
Todo es una cuestión de reciprocidad, si somos buenos anfitriones harán lo mismo con nosotros.
Y por sobre todo, nunca olvidarse del buen gusto, las buenas maneras y la alegría de recibir gente en nuestro hogar.
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